PARTE DESDE NUESTRAS ALMAS AFRICANAS…BASTA DE DISCRIMINACIÓN, SESGOS Y EXCLUSIONES EPISTÉMICAS EUROCÉNTRICAS: QUEREMOS SER SUJETOS DE CAMBIOS Y TRANSFORMACIONES…MENSAJE DE ESTUDIANTES DEL CURSO INTERNACIONAL EN SABIDURÍA (FILOSOFÍA) AFRICANA

Ofrenda de la Palabra de Agradecimiento al Primer Curso Internacional de Sabiduría Africana

Por: Dra. Maydi Estrada Bayona, Profesora Titular en Filosofía, Universidad de La Habana, Cuba.

Alumna del 1er Curso de Internacional de Sabiduría Africana.

Material audiovisual: Iroko

Equipo de realización:  Alexia, Paty, Paula, Nachi, Maydi.

Hace muchos siglos que andamos por aquí. No pocos, quisimos regresar a la Madre Tierra Africana, pero las dolorosas y complejas circunstancias como cárceles del cuerpo aquí nos retuvieron. Sin percatarnos las raíces eran demasiado largas y profundas en la Madre Tierra Americana y Caribeña. Desde entonces el dilema de “ser-no ser-pertenecer” (Estrada, 2013) se ha hilado como un modo de existencia en nuestras vidas; que por momento nos entretiene en las lógicas del paradigma de dominación, dado por los desconocimientos de nuestros patrimonios ancestrales y la violencia simbólica estructural en el que nos han sumergido como deber ser de la maneras decentes y virtuosas del mundo eurocentrado.

Mientras por otro, tomamos conciencia que el estar dando forma a la consolidación de ese paradigma, han sido complejos estados transitorios de resignación, supervivencias, simulación que posibilita el desvío para la fuga hacia esos lugares de libertad, en donde los valores negados y desdeñados de las culturas patrimoniales y ancestrales toman un sentido humano e intercultural, frente a las caricaturas y encuadres de la dominación colonial.

Somos los/as herederos/as de las añoranzas por el regreso al lugar de origen. África es la madre y la abuela que nos carga en sus brazos extendidos en el sayad[1] de las memorias. Somos semillas, somos montaña, somos viento, somos agua, somos fuego, somos luz, somos pájaro, somos árboles, somos tierra, somos el monte. Nuestra supervivencia estuvo clara en ese lugar de la razón que nos hizo comprender que aun estando tan lejos del lugar de origen, en este de acogida, seguíamos habitando la tierra, a la madre universal, fuente de vida, que equivale el concepto de monte. En el monte se encuentran los fundamentos del cosmo (Cabrera, 2014). Por tanto, se abría un mundo de posibilidades para nuestros antepasados; legado de distintas maneras a nosotrxs. Como ven somos la síntesis de todos eso misterios que conforma la sabiduría escondida de la creación. ¡Por eso aún estamos aquí!

De esa capacidad resiliente en relación con el lugar de acogida para unas generaciones y lugar de origen para otras nace la metáfora de “lo real maravilloso”, (Carpentier, 1949), donde el mundo africano desde los desafiantes significados de sus códigos, alcanza un protagonismo genético constitutivo a la identidad de las Américas y el Caribe. Complejidad expresada a través de, “la paradoja de la emancipación y los prejuicios…” (Estrada, 2021) en donde nuestros mundos toman corporeidad sustancial, entendida como autoconciencia revelada de la necesidad de auto-conservación, adaptabilidad y dominio de nuestro “ser persona” sobre las circunstancias.

En este despertar de la conciencia dejamos de ser objeto capitalizado, sujeto en abstracto para convertirnos en esa “persona” que desde siempre concibió la concepción del mundo africano en esa poderosa y sabia triada “magia-poder-persona” donde nuestra identidad y racionalidad toma un sentido distinto, ante lo que ha sido construida desde los sistemas coloniales y sus instituciones.

Tejernos en la profundidad de estos desafíos ha sido el Primer Curso Internacional de Sabiduría Africana. 118 pasajeros procedentes de Cuba, México, Venezuela, Brasil, Perú, Chile, Honduras, Bolivia, Ecuador, España, Argentina, República Dominicana, Colombia, al mando de una potente tripulación comandada por el Centro de Investigaciones Chinango y el sabedor. César Asprilla, Rafael Mena y el Instituto de la pedagogía de la paz (IPAZUD), Universidad Distrital Francisco José de Caldas. La experiencia fue una plataforma intercultural que nos permitió un reencuentro, no solo, con los valores de las culturas africanas sino entre hermanos y hermanas que hace tiempo, sin saberlo, nos estábamos buscando.

Transitar por cada una de las cuatro estaciones fue un regalo y un acto de justicia reparativa. A veces fueron jornadas demasiado fuertes emocional, espiritual, mental y comunitariamente. Desaprender duele y adentrarnos en otras lógicas también. Fue un viaje profundamente humano, desde las profundidades de esa “afrogénesis” al decir, nuestra querida Dra. Sheila Walker. Así como la necesaria búsqueda de nuestros linajes ancestrales y sus claves espirituales como condición existencial y epistémica, al referir nuestro querido Sacerdote Mauricio. Hilar esos entornos socioculturales y afroepistemicas desde la sapiencia de nuestro embajador Jesús Chucho García; así como redefinir las lógicas de significación de los lenguajes de los entornos sonoros traídos por el Dr. Wilmer Villa. Cada estación una explosión de emociones, conexiones y ordenamiento de nuevos caminos hacia nuestros verdaderos ser.

De gran significación fueron las redes de hermandad creativa, dialógica, epistémica y espiritual translocalizada y expresadas en sendas jornadas de devolución de nuestra existencia reparada y aliviada cada vez. Cada testimonio fue recuperar una parte de Osiris, ese símbolo de la afrodiasporidad. Seguimos navegando por nuestro océano Atlántico, Pacífico, Indico y más allá, porque nuestras diásporas están en todas partes.

Gracias a todos y todas lxs pasajerxs y tripulantes de este largo viaje !

Ashé, ashé, ashé.!!

[1] Término creole que significa la huella que deja el barco.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

chinango